Son muchas las parejas que se enfrentan a un problema de desequilibrio de poder o en las que uno de los miembros, asume, prácticamente por completo, la toma de decisiones por parte de la pareja.
Cuando esto sucede, uno de los miembros es el que suele tomar, por regla general las decisiones acerca de las actividades a desarrollar en común, los amigos, los asuntos financieros, asuntos de la casa, las vacaciones, y así sucesivamente. En este caso, la relación puede volverse inestable. Si el sentido de igualdad, reconocimiento, participación y reciprocidad no existe, es muy probable que la relación no termine en buen puerto.