Casi la mayoría de la población, tiene como objetivo a lo largo de su vida, tener pareja, y que esa pareja se convierta en algo estable y para toda la vida.
Conseguir este objetivo está presente y se fija en nuestros esquemas mentales desde muy pequeños. Nosotros vemos como nuestra familia está formada por un padre y una madre, al igual que la mayoría de las familias que conocemos.
Lo percibimos desde muy pronto. De hecho, todos nosotros conoceremos casos en los que niños y niñas, cuando empiezan la etapa escolar, enseguida suelen decir “mi novio es Roberto”, o “Noelia es mi novia”. A nosotros, como padres o familiares, este comportamiento nos hace mucha gracia, y con nuestra risa y preguntas constantes a los niños, reforzamos el comportamiento de los pequeños.
Pero, esa necesidad de tener pareja y que sea para toda la vida, ¿subyace en nuestra genética o es algo cultural?.
Todo lo que sabemos de nuestras relaciones de pareja, está condicionado por nuestra cultura. Desde Romeo y Julieta, tenemos claro que debemos, no solo buscar pareja para toda la vida, si no que nuestro objetivo es el amor. Sin embargo, este objetivo vital, cambia de cultura en cultura. Si nos olvidamos de occidente, ¿qué pasa en la búsqueda de pareja en las sociedades tradicionales?
Aunque a nosotros nos resulte extraño, en la mayoría de las sociedades tradicionales el matrimonio es negociado entre los padres de los contrayentes. En estos casos, el amor de la pareja es algo secundario, a los familiares de los novios, lo que más les. Interesa son las imposiciones religiosas, sociales o económicas.
En la mayoría de los casos en las que los padres negocian de antemano un matrimonio, se busca el acuerdo con los novios, que se gusten o atraigan, sin embargo, en otras ocasiones, el enlace puede llevarse a cabo sin ni siquiera se hayan conocido de antemano los miembros de la pareja. Analizando estos enlaces, resulta muy curioso que las parejas terminen enamorándose.
Los Indues tienen para estos casos un dicho, Primero nos casamos, luego nos enamoramos
Irán
En Irán el matrimonio es una obligación social, como tal obligación no puede dejarse “a la actuación de Cupido”, a sus errores o aciertos, por lo que muchas familias acuerdan el matrimonio entre sus hijos.
Sin embargo, en dicho acuerdo se hace partícipe a los novios, la familia del chico va a visitar a la familia de la mujer. Les permiten que se vean, hablen entre ellos e incluso, que durante algún tiempo salgan juntos para conocerse. Si todo va bien, si se gustan, el matrimonio se lleva acabo, cerrándose el acuerdo entre las familiar.
En este caso, los familiares actúan como catalizadores del matrimonio, ya que facilitan que dos personas se conozcan y si su relación cuaja, habrá boda.
China
El parque Zhongshan en Beejing, es muy famoso entre las familias porque allí, los padres buscan pareja para sus hijos. En dicho parque, se ofertas condiciones sociales y aconómicas entre las familias.
Pero dando muestra de su adaptación a los nuevos tiempo, existen agencias matrimoniales on line, exclusivas para mujeres guapas y hombres millonarios. No son agencias al uso, para poder acceder a ellas, se debe cumplir con una serie de requisitos. Basándose en que los hombres de éxito en sus negocios, no disponen de tiempo para buscar pareja, estas agencias ofrecen servicios exclusivos para buscar “a una chica linda y bien formada”. Uno de sus requisitos para los clientes masculinos, es disponer de una renta superior a los 300.000,00 $. Las mujeres, por el contrario, deben tener una educación exclusivas y ser muy guapas.
India
Al contrario que en China, la búsqueda de marido o mujer, se realiza también a través de anuncios, pero no on-line, tipo agencia matrimonial, si no en anuncios de periódicos.
En ocasiones, es la familia del novio quien paga por encontrar esposa, y en otras es la familia de la novia quien ofrece una dote. Una cosa muy curiosa es que en los anuncios no se mencionan cuestiones de precios, puesto que en la actualidad, esta práctica está prohibida por la ley.
Via: Sex Mundi.¿De verdad somos monógamos?