Aun recuerdo con mucho cariño una ocasión en la que mis padres me llevaron al cine a ver una película de la que todos hablaban, era Superman. Era una de mis primeras veces delante de la pantalla grande, y acompañado de mis padres. Sólo el empezar de la película, con aquella banda sonora de John Williams, me emocionaba, por lo tanto, ¿qué sería de la película?
Una de las escenas que más recuerdo es aquella en la que tras uno de sus primeros días de trabajo, Clark Kent se marcha del Daily Planet con Lois Lane, pero esta se mete en el cuarto de baño porque debe cambiarse para ir al aeropuerto.
Poco después, Lois se sube en el helicóptero de la compañía y sufre un accidente, y el aparato se queda enganchado en la parte exterior del edificio. Más abajo, el despistado de Clark mira hacia arriba, porque todo el mundo señalaba hacia allí, y se da cuenta que su amada Lois está en peligro. Momentos después Clark deja de ser humano, para convertirse en Superman. En esos momentos me hubiera gustado ser él, buscar una cabina para cambiarme, entrar en una puerta giratoria, y, ¡salir convertido en un superhombre!
Aunque yo tenía pocos años, ya sabía que eso no era posible, puesto que lo que mis padres me habían llevado a ver era una película de aventuras y de ficción. Todos los que vimos de niños esa película, disfrutamos y, seguramente no me equivoco al decir, que nos hubiéramos cambiado por Superman. Cuando vemos esas películas de aventuras, de humor o de aquél género que más nos guste, muchas veces habremos querido convertirnos en personajes de esa historia, pero luego salimos del cine, y tenemos la certeza de que eso no sucederá, porque lo que había pasado en esa sala oscura, con una pantalla grande, es ficción. No nos metemos en una cabina a cambiarnos, o no nos lanzamos entre los edificios con una tela de araña… Sabemos que es una película.
Este “sabemos que es una película” se suele dar en casi todos los géneros, menos en uno. La pornografía. No sé por qué este género con innumerables seguidores en el mundo, afecta tanto a nuestras vidas, y tendemos a ponerlo como modelo de nuestras relaciones sexuales.
¿Te has preguntado alguna vez qué aspectos tienen en común la pornografía y las relaciones sexuales habituales?, ¿has pensado practicar tal o cual postura que has visto en una película?. ¿por qué no nos cuesta saber que Superman es una película pero que las pornográficas, todos las podemos llevar a la realidad?
La pasada semana vi un vídeo que una agencia había hecho sobre las diferencias entre el sexo y la pornografía, (vídeo original aquí). La verdad es que el vídeo está genial, y pensé en ponerlo en el blog y compartir unas pequeñas risas con vosotros.
Por cierto, ¡por qué lo llamas sexo cuando quieres decir….,