Los contenidos que vemos en televisión, en la prensa, en Internet, etc. modifican o modulan nuestros ideales, valores y comportamientos.
Aún recuerdo cuando a principio de los 80 del siglo pasado, los contenidos de la televisión estaban regulados con aquellos archiconocidos rombos. Muchos de los que hoy en día tienen menos de 35 años no lo recuerdan, pero existió un momento en este país en que en la televisión sólo existían dos canales, y su emisión no duraba las 24 horas, como hoy en día.
En aquellos momentos, para que los padres y abuelos supieran cómo de “fuerte” era la película o serie que se proyectaba, se superponía en la parte superior de la pantalla uno o dos rombos. Evidentemente, una emisión con dos rombos, iba destinada para un público adulto. No tenía que ser muy especial la película o la serie para ganarse esos dos rombos, Un escote, unas piernas femeninas, la más mínima violencia o cualquier pequeño desliz en el lenguaje, las convertía en malditas para los más pequeños. Un ejemplo de lo estricta que era esa la clasificación es que la inocente serie “Los ángeles de Charlie” pertenecía a esa categoría. La función de esos rombos era, supuestamente, protegernos en cuanto al contenido que se proyectara, porque ese contenido podía influir negativamente en nosotros.
Hoy en día, todo esto ha cambiado, y aunque el marco jurídico que protege a los menores es muy preciso, existen cuestiones susceptibles de riesgo en lo relacionado con el consumo de TV. Nuestra legislación es clara, la Ley orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de enjuiciamiento civil en su artículo 5, establece que:
- Los menores tienen derecho a buscar, recibir y utilizar la información adecuada a su desarrollo.
- Los padres o tutores y los poderes públicos velarán por que la información que reciban los menores sea veraz, plural y respetuosa con los principios constitucionales.
- Las administraciones públicas […] velarán por que los medios de comunicación en sus mensajes dirigidos a menores promuevan los valores de igualdad, solidaridad y respeto a los demás, eviten imágenes de violencia, explotación en las relaciones interpersonales o que reflejen un trato degradante o sexista.
Teniendo en cuenta todo esto, hoy os quiero hablar de un trabajo que ha sido dirigido por Deborah Fishe y publicado en la revista ‘Media Psychology’, este estudio, en el que ha contado con la participación de 1.012 adolescentes de entre 12 a 16 años investiga las relaciones entre la exposición a una programación sexual sugerente, las estrategias de mediación parental, y tres tipos de resultados:
- la participación del adolescente en el sexo oral,
- las relaciones íntimas sexuales y
- las futuras intenciones de participar en ellas
Muchos estudios científicos han analizado las influencias negativas del contenido sexual televisivo en los menores. Sin embargo, este trabajo valora la eficacia de las estrategias de los padres para intervenir en el contenido televisivo que sus hijos se ven. A continuación, os resumo los resultados del estudio:
- La exposición al contenido sexual en la adolescencia a través de la televisión u otros medios, se relaciona con una mayor probabilidad de haber tenido sexo oral y coito vaginal,
- Aquellos adolescente con mayor exposición a contenidos sexuales en televisión, también tenían más intención de participar en relaciones íntimas en el futuro
- Los adolescentes que son expuestos a contenidos sexual tienen una menor probabilidad de percibir que las relaciones sexuales pueden acarrear consecuencias negativas o problemas de salud.
- La imposición de límites, por parte de los padres de los adolescentes del estudio, de los contenidos visualizados y al tiempo de exposición se relacionó con una menor probabilidad de que el hijo o hija hubiera mantenido sexo oral o relaciones sexuales completas.
- En relación a los padres del estudio, cuando éstos discutían con sus hijos acerca del contenido sexual de las series, los menores tenían menos posibilidades de «querer practicar sexo en el futuro»
- Si un programa proporciona material educativo, el hecho de que la televisión se vea en familia aumenta la efectividad del mensaje.
- Los mensajes que envían los padres a sus hijos a través del comportamiento y de las conversaciones activas tienen un efecto. Para ser más eficaz, las conversaciones con los jóvenes debe empezar siendo menores y continuar en la edad de una forma apropiada a medida que los niños se hacen mayores.
- Cuando se presenta una escena de sexo en la televisión, los padres a menudo se exaltan y transmiten las consecuencias negativas. Estas reacciones pueden dar lugar a expectativas irreales sobre el sexo de jóvenes y sus posibles consecuencias.
- Para los jóvenes sin experiencia sexual, las representaciones de sexo en la tele son más propensas a tener influencias negativas cuando exageran los resultados positivos y minimizan u omiten los mensajes sobre los riesgos potenciales, las precauciones y la responsabilidad.
Es muy importante explicar a los menores la necesidad de utilizar métodos anticonceptivos para evitar enfermedades de transmisión sexual y embarazados no deseados.La mayoría de series y películas contienen escenas eróticas y entra dentro de lo normal que un chico a partir de los 12 ó 13 años visualice alguna de ellas. De lo que se trata es de establecer criterios razonables para lo que se puede ver y lo que no y explicarlos racionalmente.Nuestros hijos deben aprender a ver las películas y a discernir qué es realidad y qué es ficción y que entiendan el tipo de escenas que ven.[/box]