El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) se caracteriza por la irrefrenable compulsión a desarrollar comportamientos o pensamientos de forma repetitiva y ritualizada, que destacan por encima de cualquier otra actividad del individuo. Está incluido por la Organización Mundial de la Salud como una de las 20 enfermedades más discapacitantes, siendo una de las 5 enfermedades psiquiátricas más comunes. Diversos estudios indican que la proporción de individuos que la sufren (prevalencia) oscilan entre el 1,2% y el 1,8%, otros lo aumentan hasta el 5%. En un artículo publicado en el 2013 en la revista infocop, Estudio epidemiológico del trastorno obsesivo compulsivo en escolares españoles, destaca que en esta población, la prevalencia estimada de TOC clínico es del 1,8% y alcanza el 5,5% para el TOC subclínico.
Las personas que sufren un TOC tienen una calidad de vida muy baja, ya que las rumiaciones excesivas y los comportamientos repetitivos hacen que el sujeto esté agotado física y mentalmente.
¿Las manías son siempre malas?
Tengo un muy buen amigo que dice que todos nosotros somos obsesivos en potencia. ¿Por qué dice eso? Porque la diferencia entre un TOC y un obsesivo aceptable, radica en muy pocos aspectos.
Todos concluiríamos que es sano intentar no ensuciarse o, si te has manchado, lavarte y asearte. Sin embargo, es insano lavarse durante horas ante la duda de si se ha tocado algo sucio y, tras haberse lavado a conciencia, seguir dudando de si es suficiente y lavarte de nuevo. También es aceptable, antes de irnos a dormir, revisar que puertas, ventanas y el gas estén cerrados, sin embargo, es tremendamente absurdo despertarse por la noche y volver a controlarlo todo.
Lo que marca la diferencia entre una simple respuesta de lavado, de comprobación u otras, es el nivel cuantitativo, es decir, ¿cuántas veces la realizamos? Si superamos un cierto umbral significa que la conducta ha dado un salto cualitativo, es decir, la conducta que realizamos pasa de ser una mera acción de comprobación a convertirse en el eje de la autorregulación de mi bienestar. La funcionalidad del comportamiento se transforma en disfuncionalidad.
Si somos atentos y detallistas cuando estamos desarrollando un trabajo, es una cualidad o valor que nos hace rigurosos y fiables; sin embargo, tener que revisar ese mismo trabajo que ya ha sido controlado varias veces porque no se está seguro de haberlo realizado correctamente se convierte en un problema; desarrollar una compulsión irrefrenable a controlar de nuevo varias veces lo que ya ha sido controlado se convierte en una patología.
Como podéis ver, y apunta Giorgio Nardone, “la lógica del trastorno obsesivo-compulsivo se basa en el hecho de que lo que es correcto y sano se convierte, a través de una repetición exasperada, en una auténtica tiranía de lo absurdo, que básicamente se sostiene en la necesidad de estar seguros respecto a la propia realidad”.
La lógica del trastorno obsesivo
¿Hay alguna lógica en la repetición, una y otra vez de pensamientos y comportamientos repetitivos? Pues sí, si que la hay como os he indicado arriba.
En la obra de los autores Giorgio Nardone y Claudette Portelli, Obsesiones, compulsiones y manías. Entenderlas y superarlas en tiempo breve, comienzan el libro con el siguiente episodio:
“En una clínica alemana para trastornos mentales un paciente sufre un trastorno realmente extraño: aplaude de forma compulsiva. Los psiquiatras, incapaces de ayudarlo, piden la opinión de dos conocidos psicoterapeutas. El psiquiatra que se ocupa del caso presenta al paciente a los dos profesores y le pide que explique por qué aplaude continuamente. «Para ahuyentar a los elefantes», responde el hombre. El psiquiatra, siguiendo la lógica y el estudio de la realidad, replica: «Pero si en Alemania no hay elefantes». «¿Ve cómo funciona?», rebate el paciente.”
En este ejemplo, se aprecia como el TOC se sostiene sobre lógicas completamente distintas a las ordinarias, pero que no se trata de un absurdo: en realidad, se basa en una lógica coherente. De modo que solo es ilógico si se observa superficialmente.
En un trastorno obsesivo-compulsivo, nuestra mente construye una trampa en la que queda presa. Dicha trampa se basa en algunas irregularidades en la forma de estructurar y procesar la información de su entorno y en motivos que terminan desencadenando un círculo vicioso patológico.
Las trampas
Los investigadores han identificado de forma clara, al menos cinco motivos (o trampas) que activan las acciones y los pensamientos compulsivos:
Primera Trampa: La duda
La duda origina una necesidad de encontrar una respuesta absoluta y tranquilizadora. Así, si al tocar a alguien o al darle la mano dudo si he quedado expuesto a alguna infección, esta duda generará la necesidad de buscar una respuesta que me tranquilice “debo prevenir la infección” o “debo descontaminarme”…
Como podéis apreciar en este caso, la duda ha puesto en marcha un sistema de protección, que en principio parece muy razonable. Si este sistema de protección se exacerba se convertirá en la prisión del obsesivo-compulsivo.
Segunda Trampa: Exceso de rigidez ideológica o el respeto a una moralidad o en la creencia supersticiosa.
Un claro ejemplo de esta motivación es cuando, si somos religiosos o creyentes, tememos haber cometido un pecado, en ese caso, tenemos que rezar para conseguir el perdón, una y otra vez. En otros casos, nos obligamos a renunciar a cosas que nos gusta, para, de esa forma, resistir a la tentación. Sin embargo, si nos parece muy difícil nos imponemos algún ritual preventivo, como puede ser lavarnos con agua fría si sentimos un impulso erótico para de esa forma, bloquearlo. Haríamos esto para ganarnos el perdón y que a mí y a mis seres queridos no les ocurra nada.
Tercera trampa: Exacerbación de procesos de razonamiento.
Esta motivación consiste en la exaltación de procesos de razonamiento racional hasta hacerlos completamente irracionales. Un claro ejemplo de esto es, cuando debo tomar una decisión me obligo a analizar todas las posibilidades, ya que si no lo hago corro el riesgo de equivocarme; esta actuación es razonable, pero si aplico este criterio lógico llevándolo al extremo, se transforma en la incapacidad para tomar cualquier decisión rápidamente. Cuando me siento inseguro y temo haber cometido un error, controlo una y otra vez lo que he hecho hasta que me resulta imposible hacer lo que pretendía. Por ejemplo, un contable que está convencido de haber cometido un error revisa repetidamente los documentos y repite exageradamente los cálculos hasta bloquearse
Cuarta Trampa: Actos de sana prevención llevados al extremo
La prevención se transforma en fobia. Por ejemplo, una madre preocupada por la salud de su hijo llega al extremo de no permitirle exponerse a situaciones consideradas peligrosas. Si bien por una parte es positivo, por la otra puede transformarse en una burbuja de cristal protectora, por ejemplo, cuando al niño no se le puede acercar nadie porque toda persona es un posible portador de infecciones, cuando se evitan los animales, cuando se teme el más mínimo cambio de temperatura o la exposición al viento o al sol. A menudo, en estos casos la casa se convierte en el templo de la limpieza, y todo aquel casi mágicos.
Quinta Trampa: Efectos de una experiencia traumática.
Para defenderse de lo que el trauma ha producido, la persona desarrolla una serie de pensamientos o comportamientos que intentan ser sedantes o inmunizadores al trauma. Es una situación que se presenta con frecuencia en las mujeres que han sido víctimas de abusos: después del hecho traumático y una vez en casa, se lavan de una forma exagerada como si pudiesen «eliminar» lo sucedido. Desgraciadamente, esta modalidad tiende a estructurarse como compulsión irrefrenable cada vez que en la vida de la mujer aparece algo que puede ser asociado a la primera experiencia terrible. Lo que hace «funcional» el rito es que con su ejecución la ansiedad y la angustia asociadas a la sensación de suciedad se ven aliviadas por el lavado compulsivo, que sin embargo invalida la vida personal y relacional del sujeto.
Afortunadamente, nuestra adaptabilidad mental también nos hace capaces de dar un vuelco a la situación y orientar positivamente nuestros autoengaños patológicos transformándolos de disfuncionales en funcionales.
Si os interesa más este tema, os recomiendo el libro de Giorgio Nardone Obsesiones, compulsiones y manías. Entenderlas y superarlas en tiempo breve
Como siempre, un saludo a tod@s