¿Qué elementos de la sexualidad humana llaman nuestra atención?. Sin lugar a dudas, si intentáramos responder a esta pregunta, muchos de vosotros@s responderíais temas como: El Punto G, fantasías sexuales del sexo opuesto, el orgasmo simultáneo…, y estoy muy seguro que much@s pondríais como tema de interés el de los afrodisíacos.
¿Qué hay de verdad sobre los afrodisíacos?, ¿existen o son un mito?, si existen, ¿Cuáles son y cuales funcionan mejor?
El otro día, una amiga me comentaba que había probado una planta que le habían recomendado, y que le funcionó. Lo que me sorprendió no fue que me dijera que había superado sus expectativas, si no el cómo me lo dijo, sus ojos estaban abiertos como platos, y esbozaba una amplia sonrisa, lo que me indicaba claramente, que aquello que tomó tuvo un efecto sobre ella importante e inesperado. Conforme me detallaba el nombre de la planta, el cómo la había conocido y demás, se me ocurrió la idea de escribir una nueva entrada en el blog acerca de este tema, los afrodisíacos.
Sin embargo, mientras me he documentado, hablado con compañeros y revisado experiencias en Internet, me he dado cuenta que este artículo sería muy amplio, por lo que he decidido hacer una serie de dos o tres artículos donde tratemos el tema. Por cierto, a mi amiga le dije que escribiría este artículo, espero que no te importe que me hayas aportado una buena idea sobre lo que escribir.
En esta primera parte os comentaré los temas fundamentales de los afrodisíacos, desde un punto de vista de su origen y a nivel cultural. En los siguientes, hablaremos de qué dice la ciencia sobre los afrodisíacos, y en el tercero, hablaremos de algunos de ellos y de cuáles son sus propiedades revitalizantes o impulsoras del deseo sexual, si es que las tienen.
Afrodisíacos, significado.
Bueno, empecemos por el principio, ¿qué es un afrodisíaco?, según la Real Academia de la lengua, se define afrodisíaco como una propiedad de algo que excita o estimula el apetito sexual. Sin embargo, a mí me gusta más la definición de la wikipedia, que describe el término afrodisíaco como aquella sustancia que incrementa el deseo sexual. Para los que no lo sepáis, el término afrodisíaco procede o deriva del nombre de la Diosa griega, Afrodita que en la mitología griega, era la diosa del amor, la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción. Aunque en nuestros días muy a menudo se alude a ella como «la diosa del amor», hay que indicar que normalmente no era el amor en el sentido cristiano o romántico, sino específicamente Eros (atracción física o sexual)
Sobre el origen de La Diosa Afrodita, hay dos versiones (puedes verlas aquí), una de ellas es que nació de la espuma que se formó en el mar después que Cronos (En la mitología griega, era el principal de la primera generación de Titanes) castró a su padre y lanzó los genitales de éste al mar.
Afrodisíacos, historia y Mitología
La primera referencia escrita a sustancias que podían o tenían efecto sobre el deseo sexual la encontramos en unos papiros egipcios de los años 2200 y 1700 a de C. También en la Biblia (en el Antiguo Testamento – Génesis 30: 14 y 15º y en el Cantar de los Cantares), se hace referencia a estas sustancias.
En el libro, El Sexo en la Biblia, del autor Marco Schwartz, editorial Grupo Editorial Norma (2008) se detalla el pasaje en la que se hace referencia a un afrodisíaco, la Mandrágora, a la que los habitantes de Oriente Próximo atribuían poderes afrodisíacos. En el pasaje del Génesis 30, 14 y siguientes, Raquel y su hermana Lía, compartían a Jacob como esposo. Según el libro, “Cuando Raquel era aún estéril, Lía, que ya tenía cuatro hijos, pero se sentía abandonada por su marido, recibió unas mandrágoras de su primogénito Rubén. Ansiosa por volverse fecunda, Raquel consiguió que su hermana le diera los frutos y, a cambio, le permitió pasar esa noche con Jacob. Lía dejó patente que no necesitaba de ayudas externas para procrear: esa noche quedó preñada por quinta vez y, en otros dos encuentros con su marido, engendró sendos retoños más.La Biblia no explica qué hizo Raquel con las mandrágoras, aunque cabe suponer que hizo un uso adecuado de ellas, ya que, tras el episodio, “Dios se acordó de Raquel y la hizo fecunda”.
Pero volvamos a la etimología de afrodisíaco, como anteriormente he mencionado, proviene de la Diosa Afrodita de la que se dice que nació de la espuma del mar que se generó cuando Cronos mató a su padre y tiro al mar sus genitales, quizás por eso, los primeros afrodisíacos solían ser plantas y alimentos, cuya forma se parecía o recordaba a los órganos sexuales masculinos o femeninos. Cuando los antiguos griegos y romanos querían «aderezar» su vida sexual, bebían unos tragos de un líquido llamado Satirión, que se sacaba de una especie de orquídea con bulbos en forma de testículos humanos. Se dice que «Hércules, al recibir la bebida de Tespios, desfloró a las quince hijas de su anfitrión en una sola noche», pero, ¿por qué se creía que las orquídeas tenían ese efecto afrodisíaco?
La primera referencia afrodisiaca de las orquídeas, la encontramos en el mito griego de Orchis “testículo” (hijo de una ninfa y un sátiro), quien según el mito, durante una festividad en honor del Dios Baco, bebió en exceso y estando ebrio, tuvo relaciones con una sacerdotisa. Cuando los Dioses tuvieron conocimiento de este hecho, condenaron a Orchis a la muerte. Sus padres, llenos de dolor por este episodio, pidieron y suplicaron a los Dioses para que lo volvieran a la vida. Aceptaron la petición, y regresaron a Orchis a la vida en forma de Orquídea.
De este mito, nace la atribución de cualidades afrodisíacas, que los antiguos griegos identificaron en la orquídea durante siglos no solo en Grecia, sino en toda Europa. De hecho, era muy común que muchas pociones afrodisíacas estuvieran hechas con orquídeas, incluso se consumían sus bulbos, se hacían infusiones con sus hojas, aunque a lo que se recurrió con mayor frecuencia fue a frotar las orquídeas en los genitales.
Afrodisíacos. Evolución hasta nuestros días
¿Cómo fueron evolucionando los afrodisíacos?. El concepto de estas sustancias potenciadoras de la libido fue cambiando y ya no se asoció únicamente a flores o alimentos que tuvieran una forma similar a los órganos sexuales, si no que se asoció a la escasez de algunos productos, intuyendo que dicha escasez estaba relacionada con ese “poder” sexual.
La escasez y valor de los tomates y las patatas tras el descubrimiento del nuevo mundo, contribuyó a la creencia de sus propiedades afrodisíacas. Esta creencia tenía su base en las clases pobres, quienes creían que la libertad sexual y promiscuidad de los nobles y ricos se debía más al consumo de manjares raros y exóticos que a su elevado nivel de vida y sus mayores oportunidades para ejercitar el placer sexual.
A partir del Renacimiento, uno de los mayores cambios que se producen es el del dominio de la razón o conocimiento científico sobre las leyendas y mitos, separándose más claramente la medicina de la religión, la de la magia y la de la brujería.
Es en este momento cuando se realizan las primeras investigaciones apoyadas en la bioquímica y la farmacología, y se comienza a aclarar y a dar valor científico a ciertas observaciones del conocimiento popular
Desde el punto de vista científico, no se ha resuelto en su totalidad el tema, puesto que un afrodisíaco debe ser un medicamento o sustancia que incida directamente en el deseo sexual, aumentando éste de forma segura, sin efectos secundarios relevantes, y que actúe sólo sobre el deseo sexual y cuyo efecto esté relacionado con la dosis empleada.
Hay principalmente dos líneas de investigación, la primera investiga y analiza si el efecto real de lo que se denomina afrodisíaco es igual al de un placebo, es decir el efecto producido si se le da a una persona un simple comprimido de azúcar o cualquier otra sustancia inocua y sin efecto farmacológico alguno, convenciéndola de que se trata de un medicamento y dejando actuar a su autosugestión. La segunda es analizar las propiedades de alimentos o sustancias químicas que tengan una incidencia real y directa sobre el deseo, de forma significativamente superior al de un placebo.
Cada vez más se va resolviendo el tema, pero para ello, tendrás que esperar al siguiente artículo.