En el artículo anterior os hice una introducción al concepto de afrodisíacos y su evolución en la historia. Ya sabéis, entonces, que el uso de los mismos se ha producido desde hace miles de años en diversas civilizaciones, como en China, India, el antiguo Egipto e incluso en las culturas griegas y romanas.
Pero, ¿os habéis preguntado alguna vez qué dice la ciencia al respecto de estas sustancias? Tengamos claro que desde el punto de vista científico, una sustancia afrodisíaca debería ser un medicamento que induzca un aumento significativo del deseo y/o desempeño sexual. Al mismo tiempo, debería tener otras propiedades, como por ejemplo que sea una sustancia segura, que no tenga efectos secundarios destacables, que actúe sólo sobre el deseo y el desempeño sexual, y que el efecto que genere esté correlacionado con la dosis que se utilice.
La ciencia y los afrodisíacos
Hoy en día, la ciencia discute si el efecto que generan estas sustancias es superior a la de cualquier otra que se utilice como placebo, me explico, lo que la ciencia estudia es si el efecto de los afrodisíacos en una persona, es mayor, tanto en el deseo como en el desempeño sexual, que el efecto que se produce si se le administra a una persona un comprimido de cualquier sustancia que no tiene ningún efecto farmacológico, convenciéndola de que se trata de un medicamento y dejando actuar a su autosugestión.
Aunque parezca increíble, hasta la fecha, han sido pocos los estudios científicos que se han marcado como objetivo el explicar los efectos de estas sustancias y contrastar su validez. Recientemente se ha publicado en la revista Food Research International, por un equipo de científicos de la Universidad de Guelph (Canadá), la revisión científica más extensa e importante que se ha realizado hasta nuestros días sobre este tema. La conclusión de esta revisión fue clara, tres sustancias mejoran la función sexual. ¿Qué sustancias son? Pues las sustancias que aparecieron como afrodisíacos con efectos indicados anteriormente fueron el ginseng, el azafrán y la yohimbina (un alcaloide obtenido del árbol africano Coryanthe yohimbe)
El Panax ginseng, es una planta de origen asiático. Su raíz se emplea de manera tradicional en medicina china y se utiliza desde hace miles de años como tónico y estimulante. Según el estudio, sus propiedades afrodisíacas son fundadas, con efectos positivos sobre el impulso y el rendimiento sexual
También se ha presentado como efectivo sobre el impulso y el desempeño sexual, el azafrán, que ya era usado en Antiguo Egipto para aromatizar y seducir
Junto al Ginseng y al azafrán, la tercera sustancia que sería efectiva y que actúa sobre el deseo y el desempeño sería la yohimbina, que es un alcaloide que se extrae de la corteza de un árbol africano llamado Yohimbe. Ojo, en Estados Unidos esta sustancia está aprobada para el tratamiento de la impotencia y antes de la comercialización de la Viagra®, era uno de los agentes utilizados para mejorar la disfunción eréctil, aunque sus efectos son moderados.
El estudio también describió que el deseo sexual también aumentaba tras ingerir otras sustancias, una de ellas era el chocolate. Sin embargo, parece ser que este efecto está ligado a la acción de la feniletilaminas del chocolate, que tienen la propiedad de aumentar los niveles de serotonina y endorfinas en el cerebro. En este caso, el poder afrodisíaco del chocolate estaría a nivel cerebral, sin embargo, como detallan los autores del estudio, en el caso del azafrán, el efecto es completo, a nivel fisiológico y psicológico.
En la próxima entrega, hablaremos de los afrodisíacos más comunes, desde el punto de vista social y cultural. No te lo pierdas